Científicos de la Escuela
Albert Einstein de Medicina, en Nueva York, han demostrado que bailar
durante nuestro tiempo libre es el mejor antídoto contra el envejecimiento
cerebral. En un estudio publicado en la revista New England Journal of
Medicine, el gerontólogo Joe Verghese y sus colegas calcularon que, mientras
los crucigramas disminuyen “solo” en un 47% el riesgo de demencia al alcanzar
la tercera edad, bailar constantemente consigue reducirlo hasta un 76%. Verghese atribuye este poderoso efecto del baile a que cuando aprendemos y
enlazamos nuevos pasos aumenta la complejidad de las sinapsis neuronales y el
cableado neuronal se reestructura una y otra vez.
A esto se suma que en
el baile es preciso tomar continuamente decisiones rápidas en las que no
sirve recurrir a un patrón de acción fijo ya preestablecido, cosa que sí sucede
cuando montamos en bicicleta o nadamos. En definitiva, mientras estamos
bailando junto a otras personas el cerebro tiene
que "reinventarse". Y la permanente improvisación se convierte en un
estímulo que mantiene despiertas a nuestras neuronas.
Una investigación dada a conocer, se
comparaba el ADN de bailarines experimentados con el de personas que nunca
habían practicado el baile reveló que sólo los primeros,
mostraban diferencias importantes en dos genes asociados con las
habilidades sociales y la capacidad de comunicación. Por ende se pueden
identificar las ventajas que tiene practicar el baile, ya que ayuda a
socializar y cuidar nuestro cuerpo.






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