MOVIMIENTO
ABSOLUTO DEL CUERPO
El ballet clásico es una forma de danza cuyos movimientos se basan en el
control total y absoluto del cuerpo, el cual se debe enseñar desde temprana
edad. Se recomienda iniciar los estudios de esta danza clásica a los seis o
siete años, ya que el ballet es una disciplina que requiere concentración y
capacidad para el esfuerzo como actitud y forma de vida. A diferencia de otras
danzas, en el ballet cada paso está codificado. Participan frecuentemente las
manos, brazos, tronco, cabeza, pies, rodillas, todo el cuerpo en una unión
simultánea de dinámica muscular y mental que debe expresarse en total armonía
de movimientos.
Con el transcurso de los
siglos, la danza fue despojándose de sus rasgos rituales y mistéricos, y al
consolidarse definitivamente la mentalidad renacentista se transformó en un
espectáculo teatral donde los movimientos corporales ejecutados por los bailarines
perseguían esencialmente la creación artística, la búsqueda de la belleza la
expresión de unos sentimientos.
La condición básica para la
danza es poseer un cuerpo inteligente, así le llaman los entendidos al
reconocimiento del propio cuerpo. El ballet exige que el bailarín descubra su
inteligencia corporal, que encuentre el camino del equilibrio para descubrir su
propio movimiento. Si bien la base es la técnica, la formación rigurosa va
acompañada de la evolución emocional de la expresión.
Cuando el balance entre
técnica y sensibilidad confluye en un mismo cuerpo, el bailarín halla su propio
eje, trasciende la pauta coreográfica, y un espíritu auténtico destaca,
alcanzando la libertad soñada: Aquella que no fija la energía en el esfuerzo
sino en el movimiento que construye el placer. Es allí cuando sentarse en una
butaca a ver una obra de ballet resulta una experiencia emotiva y vital. La danza
puede darte todo, pero sólo si le das tu cien por ciento. No existe entrega a
medias.
0 comentarios:
Publicar un comentario