LIBERACIÓN
Y ARMONÍA
La danza árabe es altamente
terapéutica, ya que no sólo concede beneficios al cuerpo moldeándolo, si no que
además hace trabajar sectores del cuerpo femenino donde se hallan puntos de
energía descuidados por otras disciplinas u olvidados por la mayoría de las
mujeres a causa del estrés. Con el movimiento aparecen sensaciones ocultas o
reprimidas, muchas mujeres comienzan a reconciliarse con su cuerpo, a valorarse
más desde lo femenino, a descubrir su sensualidad dormida y direccionar sus
sentimientos e ideas sobre sí mismas.
La danza árabe actúa
directamente sobre los centros de energía del cuerpo, eliminando bloqueos,
tensiones y problemas de comunicación entre dichos centros, armonizando y
dejando fluir esas energías por todo el cuerpo en un mecanismo en que recibimos
energías del entorno, las asimilamos y devolvemos renovadas, produce liberación
de emociones reprimidas y tensiones acumuladas. La concentración que se dirige
a la música y los movimientos de las coreografías, hace que se desentienda de
los problemas, para luego retomarlos con una óptica mas positiva.
Nadie puede dar nada que no
posea, o, mejor dicho que no tenga en su interior. En el caso particular de la
danza árabe, me interesa la sensualidad que tenemos reprimida por siglos de
dominación, se nos ha hecho creer que nuestro lado femenino, sugestivo y
seductor debía ser reprimido. Esta danza hace renacer y saca al exterior
nuestro lado sensitivo.
El cuerpo de la bailarina ha
de mostrar dos aspectos de la existencia: el aspecto terrenal y el aspecto etéreo,
logrando así a través de la danza el equilibrio.
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